Frágil,
pensativa,
diurna.
Te sentí reír,
como si tus labios
pintaran centellas
de mil sabores,
con aroma a canela
en el café.
Y, a pesar de ello,
sólo balbuceabas,
como si un furtivo beso
te hubiese dejado
sin aliento.
Te creí concisa,
febril,
extraordinaria.
Era mi imaginación
o mi inmenso anhelo
de que, finalmente,
rompas el misterio,
con el suave
vaivén de tus caderas.
Y esa lágrima
que descansa en ti,
ha naufragado
en otros corazones,
montones de seres desesperados,
aterrados por la congoja
de saberse
despiertos
en este bello sueño.
Quisiera tomarte de la mano,
samarrear tu alma,
abrazar tus miedos,
gritarte al oido,
que escuches
el roer de las olas
en tu profundo océano;
y, entonces,
regreses,
reanudes
el paso,
librando tus alas
a este firmamento,
y como si la pena
se hubiese aligerado,
retomes tu vuelo.
pensativa,
diurna.
Te sentí reír,
como si tus labios
pintaran centellas
de mil sabores,
con aroma a canela
en el café.
Y, a pesar de ello,
sólo balbuceabas,
como si un furtivo beso
te hubiese dejado
sin aliento.
Te creí concisa,
febril,
extraordinaria.
Era mi imaginación
o mi inmenso anhelo
de que, finalmente,
rompas el misterio,
con el suave
vaivén de tus caderas.
Y esa lágrima
que descansa en ti,
ha naufragado
en otros corazones,
montones de seres desesperados,
aterrados por la congoja
de saberse
despiertos
en este bello sueño.
Quisiera tomarte de la mano,
samarrear tu alma,
abrazar tus miedos,
gritarte al oido,
que escuches
el roer de las olas
en tu profundo océano;
y, entonces,
regreses,
reanudes
el paso,
librando tus alas
a este firmamento,
y como si la pena
se hubiese aligerado,
retomes tu vuelo.
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